El Diagnostico energético
LA PULSOLOGÍA SEGÚN MARC PIALOUX
por Jesús Ribelles
En tiempos de resonancias y ecógrafos tridimensionales en los que nos encontramos, extraña leer acerca del diagnóstico pulsológico… de hecho, el corrector de Microsoft no deja de ponerme este adjetivo en rojo cada vez que lo escribo… porque… ¿Qué demonios es eso del diagnóstico pulsológico?
Pues resulta que no es más que el diagnóstico a través del pulso, una técnica que lleva empleándose miles de años. Sí, ha leído usted bien: miles de años.
En el “Nei-King Su Wen”, el primer tratado médico de la humanidad, que se remonta al menos (porque su datación no es exacta) al año 300 a.C., hay dedicadas al menos unas 80 páginas para describir los distintos pulsos que el médico de la corte es capaz de percibir con su pulgar.
Pienso en el traductor de esta magna obra al español y me da lastimita: creo que tuvo que emplear todos los adjetivos de nuestra lengua (e incluso inventarse alguno más) y las metáforas más enrevesadas. Si habéis intentado leer el Ulises de James Joyce, y os habéis saturado a la segunda página, esperaros al Nei King… se nota que en aquellos tiempos no habían escuchado hablar del concepto “Best Seller” y su literatura apta para todos.
Por poner un pequeño ejemplo, en el Libro V, capítulo 18 (De las Manifestaciones del Pulso en una Persona Normal) se dice: “Si llega el pulso normal del corazón, debe presentarse tan escurridizo como un collar de perlas y tan suave como piedras de jade, que es el pulso normal del corazón (…) Si llega el pulso enfermo del corazón , debe presentarse tan agudo como el jadeo, y ligeramente decidido entre medias, lo cual es el síntoma de la enfermedad del corazón. Si llega el pulso muerto del corazón, debe aparecer decidido primero y después apacible, como si llevara un cinturón de cuero con ganchos, lo cual significa la muerte del corazón”.
En definitiva: el galimatías es muy difícil de desentrañar, de ahí que la transmisión de este arte tuviera que hacerse directamente de Maestro a Alumno. Se requerían muchos años de experiencia para dominar la técnica, para reconocer todos los giros, vibraciones, calidades, modalidades y cantidades del latido de la sangre, para a partir de aquí, prescribir el mejor de los tratamientos (farmacológicos, acupunturales, de masaje…)
Sin isótopos radiactivos, ni campos electromagnéticos, ni ondas de sonido a los que acudir, el pulgar y la mano del médico de la antigua china se modelaron para percibir e interpretar todo lo que ocurría “por dentro” desde “fuera”, con la ayuda de algunas arterias.
El arte diagnóstico pasó de generación en generación hasta la revolución comunista de Mao Tse Tung, que viene a acabar con la jerarquización de las clases sociales (ja¡) y la tradición y cultura del antiguo régimen imperial. La Medicina Tradicional China no sale muy bien parada, y son muchos los médicos que deben emigrar a otras partes del mundo con su sabiduría a cuestas. Es así cómo la represión da lugar a la expansión: el conocimiento, que había permanecido acotado a las fronteras de China, se dispersa por toda la Tierra.
Pero en la travesía, sin tiempo para la reflexión y la pausa necesaria, el pulso y su diagnóstico van relegándose al fondo del baúl, y otras maneras diagnósticas, más occidentales, van cobrando fuerza. El periplo de la Tradición China se cobra su víctima, y las escuelas que se fundan por todo el mundo enseñan el mismo mantra: “la pulsología es muy difícil, muy complicada, muy difícil de asumir”.
La Acupuntura, sin su herramienta diagnóstica por excelencia, pasa a convertirse de global a local, de holística a sintomática, de causal a casual, accidental…occidental. Siguiendo la moda europea, aparecen muchos libros de recetas: todo se simplifica (a cada problema, un punto concreto) y se complica (cientos de páginas de un Vademecum energético que hay que memorizar).
Sólo un pequeño grupo de locos terapeutas franceses (y esto empieza a parecerse a las “Aventuras de Astérix”) consiguen guardar la esencia de las enseñanzas tradicionales, empleando muchos años de estudio y práctica para devolver a la Acupuntura su dignidad, indagando en la teoría y práctica energética, como los druidas de la Galia indagaban en los bosques en buscas de respuestas y pociones mágicas.
Uno de estos locos es el padre de nuestro profesor y maestro Marc Pialoux, Jacques Pialoux, que logra reunificar los conocimientos antiguos totalmente dispersos, y también Robert Courbon, maestro en pulsología y profesor de Marc. Es así cómo la “equis” marca el punto donde se encuentra el tesoro.
El tesoro del pulso es desenterrado, y Marc, continuando con el legado de su padre, de R Courbon y del grupo de acupuntores, redescubre en el calibre arterial las 5 capas pulsológicas, las raíces, los decalajes, la cantidad, la calidad y las perturbaciones. Encuentra entre la epidermis y el hueso a Emperadores y Consejeros, Enemigos Vencidos, Madres e Hijos, y Ciclos de Generación y Circuitos de Control.
Y todo esto es capaz de explicarlo y transmitirlo de maestro a alumno en sus cursos, con una simplicidad y un lenguaje sencillo, y con una aplicación práctica inmediata.
El tesoro está aquí, para nosotros, para compartir, para que lo disfrutéis, en vuestros cuerpos y en el de vuestros pacientes.