HÁBITO 4 : DESPEREZA TUS PIES

HÁBITO 4. Despereza tus pies. Son los cimientos de tu cuerpo y desde ellos se organiza la postura y el movimiento.

Los pies son la única parte de nuestro cuerpo que está en contacto con la Tierra cuando estamos de pie. Sobre ellos se dispone y organiza el resto del cuerpo. Es por ello que se dice que los pies son nuestros cimientos.

La planta de los pies es un captor postural primario. Esto significa que la información que los pies transmiten al cerebro es muy importante para la organización de la postura y del movimiento.

Esto ocurre porque en las plantas de los pies hay casi tantos receptores como en la mano. Es decir, que están llenos de células especializadas en captar la información que les llega del exterior y la mandan al sistema nervioso central para que la procese. Es en el cerebro donde se elaboran respuestas precisas de postura y de movimiento acordes a las necesidades específicas de cada momento y, a través de los nervios, son enviadas a los músculos y articulaciones para que se activen y trabajen de una determinada manera.

¡IMPORTANTE! La postura y el movimiento no solo se organizan en base a la información recibida de los pies, también participan de forma primaria la información percibida por los ojos (captor visual) y por el sistema vestibular (captor vestibular). De forma secundaria, pero también importante, interviene la información percibida por la piel, el resto de articulaciones del cuerpo, el sistema visceral, la articulación témporo-mandibular – ATM – y la columna).

¿Cuál es la posición más natural para los pies que debemos propiciar?

Unos pies paralelos, relajados y con la mayor superficie posible en contacto con el suelo. En esta situación el cerebro puede tener una mejor percepción de los pies y una mejor adaptación a la gravedad. Y, como resultado, la musculatura de las piernas y de la espalda podrán relajarse.

Por el contrario, si los pies están en tensión y doloridos, habrá un sufrimiento corporal generalizado. En nuestro día a día, esta situación se hace coloquial y no nos damos cuenta de ello.

El uso habitual del calzado convencional hace que nuestros pies se encuentren en un habitáculo estrecho y compresivo y, por tanto, sin espacio para que los dedos puedan moverse con libertad. Si además colocamos una suela rígida, gruesa y con drop (suela más gruesa por la parte de atrás que por delante), hacemos que los pies no puedan adaptarse a las irregularidades del terreno, que estén profundamente lejos del suelo y que además se acorte, de forma progresiva, la musculatura posterior.

Como consecuencia aparecen:

– La artrosis, los conocidos “juanetes” y otras deformidades de los pies.

– Una menor superficie de contacto y, por tanto, una menor estabilidad y mayor riesgo de caídas.

– Atrofia o pérdida de tono y fuerza de la musculatura del pie.

– Posibilidad de que el arco plantar colapse y no pueda realizar su función.

– Dolores articulares en las piernas (sobre todo, de rodillas que asumen el trabajo que no realizan los pies).

– Dolores de la espalda (cintura, zona media y cuello)

Es decir, los pies se vuelven incompetentes y con ellos, el resto del cuerpo se ve obligado a trabajar más de lo que le corresponde y en una posición que no es óptima para desarrollar su trabajo.

Pero no está todo perdido, podemos hacer mucho para mejorar esta situación. Estas son nuestras propuestas:

1. Cuida el calzado que utilizas. Debe proporcionar espacio suficiente para todos los dedos y permitir la movilidad de todas las articulaciones del pie. Pero cuidado, si has utilizado cuña o tacón desde hace mucho tiempo, se requiere un proceso de adaptación para eliminar por completo el drop del zapato.

2. Despereza los pies: tócalos, masajéalos, camina descalz@ tanto como puedas (si no hay una prescripción profesional que indique lo contrario),

3. Hay ejercicio muy fáciles que te pueden ayudar:

– haz rodar una pelota pequeña y dura bajo la planta del pie.

– trata de coger pequeños objetos con ellos.

– sé consciente de que el talón recepciona la carga en el paso y que dedo gordo es quien lo propulsa.

Unos pies fuertes y flexibles harán que la base del cuerpo sea más eficiente y, por tanto, que el resto de tu cuerpo lo tenga más fácil para funcionar y encontrarse mejor.

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